Instruyámonos, porque necesitamos de toda nuestra inteligencia. Organicémonos, porque necesitamos de toda nuestra fuerza. Movilicémonos, porque necesitamos de todo nuestro entusiasmo”.
Antonio Gramsci

jueves, 19 de agosto de 2010

La fotocopiadora es de los estudiantes

Jueves 26/8, 12hs. ASAMBLEA.
Para que tengamos un solo centro de copiado y que se sea de los estudiantes.
Los que quieran consultar el proyecto que armamos desde la Mecha y con el aporte de varios compañeros independientes puede pasar por nuestra mesita y pedirlo.

sábado, 26 de junio de 2010

Paseo por la Diversidad: Por el Derecho al Matrimonio para TODOS y TODAS

Lunes 28/6 - 17 a 21:30hs.
Plaza Independencia

Paseo por la diversidad

POR EL DERECHO AL MATRIMONIO
PARA TODOS Y TODAS

Show drag queers, bandas, murgas, stands con info,
Altertango, y mucho más!

Organizan: Vanguardia Queer, OMIN, Diversidad Universitaria, Subsec. de Género del CECyPS, ACIDS,
Redes Nueva Frontera, Ultravioletas, Diversidad Socialista, DmasI, La Cortina.

Adhieren: INADI, Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Organismos de DDHH

Invita:
Sec. de Política Universitaria del CEFyL
La Mecha

domingo, 20 de junio de 2010

Acerca de la lucha estudiantil...

Acerca de la lucha estudiantil,

o de cómo la burocracia puede aparatear e intentar levantar una asamblea legítima,

y de cómo, a pesar de todo, la vamos a seguir peleando

El 10 de junio los estudiantes de la FFyL nos juntamos. Hicimos asamblea. No hay que exagerar: éramos alrededor de ochenta personas. No una multitud, es cierto, pero considerando que llevábamos tres años sin realizar una sola asamblea, tal tumulto no dejaba de ser significativo. Tampoco legítimo. Todas las fuerzas estaban presentes: los “troskos”, los peronistas, incluso los radicales, amos y señores del Centro. Delegados de curso, incluso. Otro hecho histórico desde las jornadas del 2007. Nosotros.

Ésos ochenta decidimos varias cosas: 1) que no queríamos cámaras de seguridad en las aulas, que no queríamos que una resolución le descontara los días de paro a los docentes, que no queríamos seguridad privada ni policías. Porque la policía, sabemos, no cuida; sino que vigila. No defiende; sino que persigue. 2) que queremos una sola fotocopiadora, financiada por la Universidad, que no queremos manos privadas en el medio que se lleven nuestro dinero, que no queremos clientelismo sino un cuerpo de delegados que la dirija, que queremos decidir qué se hace con las ganancias, que queremos más becas, que queremos que los trabajadores no cobren dos pesos con cincuenta por hora ni estén en negro. La segunda decisión fue unánime. Todos los presentes, todas las agrupaciones, sí, quién lo diría, peronistas y radicales incluidos, votaron todos que sí.

Decidimos, además, juntarnos en una semana, el jueves 17. Ir al Consejo Directivo. Exigir nuestra fotocopiadora. Y fuimos. El Consejo dijo que no a las cámaras. De la fotocopiadora, no dijo nada en concreto. Que hay que llevarlo a Consejo Superior, que no nos compete. Que el verso de siempre. Ellos sí pueden decidir poner cámaras, sí pueden ampliar el edificio, sí pueden llenarse los bolsillos con los aranceles que nosotros pagamos. Pero no pueden darnos nuestra fotocopiadora.

Se preguntarán, quizá (y si no, deberían hacerlo), si el CEFyL defendió nuestras decisiones. No. No lo hizo. Desconoció el petitorio presentado al Consejo, es decir, el petitorio de la Asamblea, es decir, la voluntad del órgano máximo de gobierno de los estudiantes. Pero la historia sigue.

El Consejo dice no, o no dice nada. Bueno, entonces asamblea. Nos reunimos. Ya no somos ochenta, hay ciento cincuenta. ¿Quiénes son? ¿Desde cuándo suceden estas cosas? Sucede cuando la burocracia tiene miedo de que los estudiantes se organicen, y decidan pelear. Sucede cuando la burocracia tiene miedo, y entonces, urde la maniobra nefasta de mentir a los estudiantes y convocarlos a boicotear las decisiones de una Asamblea soberana.

“Vayan a la asamblea del 17, que los troskos de mierda quieren tomar la facultad. Hay que levantar la asamblea.” Ése mensaje les llevó Franja Morada a los estudiantes de la carrera de Inglés, que confiando en tales mentiras, fueron e hicieron lo que Franja pedía. Es decir, se armó un rumor, una mentira, y se la sembró para generar miedo. Pero lo más significativo sería preguntarse si algún estudiante de los que fue a levantar la Asamblea se enteró por qué se peleaba, si se enteró que la lucha es noble y justa, si sabían que Franja Morada no defendió lo resuelto en Asamblea en el Consejo, si saben que estos radicales son igual a los radicales que y peronistas que dicen no a la fotocopiadora de los estudiantes, y que quieren poner cámaras, y que nos pusieron las cruces en las aulas (que sacamos en el 2005), y que nos educan con planes retrógrados, y que venden nuestra universidad a las multinacionales mineras, y otros etcéteras igual o más nefastos que éstos.

La segunda Asamblea, ya lo saben, fue un caos. Daniel Amico, presidente del CEFyL intentó levantar la Asamblea, pero no pudo hacerlo. Seguimos reunidos, discutiendo. Los que se quedaron vieron lo que era realmente una Asamblea democrática y no un fantoche de democracia. Volvimos al Consejo, volvimos a exigir nuestra fotocopiadora. Desde el jueves 24 de junio comienza a funcionar una Comisión con mayoría estudiantil para concretar una propuesta sobre la fotocopiadora.

Nuestras fuerzas no deben quedarse en el mero participar en esa Comisión, que desde luego, debe atar sus decisiones a la Asamblea estudiantil. La Comisión funcionará porque ésos ochenta presionamos para que se avance en pasos concretos hacia una fotocopiadora de los estudiantes, porque nos organizamos, porque no nos dejamos embaucar por la Franja Morada.

Nuestras fuerzas no deben quedarse en la mera participación en esa Comisión. Todo lo que se logra, es fruto de la organización, de la lucha. Ésa es la gran lección de estas jornadas.

sábado, 12 de junio de 2010

miércoles, 21 de abril de 2010

Una mina para Somoza... estudiantes perseguidos

El 16/12 de 2009, con casi la mitad de los Consejeros, en una sesión absolutamente irregular, donde no se respetaron los mandatos provenientes de las facultades, el Consejo Superior de la UNCuyo decidió aceptar 1,4 millón de pesos provenientes de una empresa que no sólo expolia nuestros recursos sino que además, contamina, produciendo a fin de cuentas, sólo pobreza y muerte. El proyecto minero se denomina La Alumbrera, y el capital del mismo proviene de la suiza Xstrata Copper, y las canadienses Goldcorp Inc. y Yamana Gold. Este emprendimiento explota yacimientos catamarqueños, dejando como saldo la contaminación del suelo, el agua, y un aumento de los casos de cáncer, deformaciones, etc.

En dicha sesión, los estudiantes decidimos hacernos presentes para impedir que ese dinero llegara a nuestra universidad. La sesión terminó a puerta cerrada y los fondos fueron aprobados. Y por si esto fuera poco, los estudiantes que se manifestaron hoy son perseguidos, dados los “incidentes” sucedidos, que no pasaron de un huevo y un poco de agua.

La decisión de llevar lo sucedido a la “justicia” se tomó el 22/12 de 2009. Todos los consejeros, a excepción de una consejera egresada aceptaron iniciar el sumario administrativo y denunciar lo sucedido en Tribunales Federales. Entre los que aceptaron esto se encuentra Federico Caballero, consejero por la Agrup. Felipe Vallese. Sí, la agrupación que lucha por una “Universidad Nacional y Popular”. (El que tenga dudas, puede solicitarnos las actas.)

Así es como funciona la democracia en la universidad. Las decisiones se toman puertas adentro, entre docentes y autoridades que se venden por unos pocos pesos, y con la complicidad de estudiantes lacayos de esas autoridades.

Exigimos el retiro de las denuncias realizadas en Tribunales y el cierre del sumario administrativo. No queremos ni un estudiante perseguido por luchar por una universidad justa y democrática.

Y si esto no sucede, seguiremos, a pesar de todo, luchando. Hasta vencer.

Una universidad democrática significa poder estudiantil y universidad para el pueblo


El próximo lunes hay elecciones de consejeros estudiantiles para Consejo Directivo (de la facultad) y para Consejo Superior (de toda la UNCuyo.) Estas elecciones son un capítulo más en esa interminable historia donde los estudiantes ponemos un papel en una urna y contribuimos a realizar un simulacro de democracia.

Esta universidad, como cualquier universidad hija de esta sociedad injusta, guarda dentro suyo esas mismas desigualdades e injusticias. En relación al supuesto co-gobierno de la universidad es necesario recordar los siguientes datos: los estudiantes tenemos 3 representantes en un cuerpo de 14 personas en el Consejo Directivo (CD) de la facultad; y 12 sobre 43 en el caso del Consejo Superior (CS). Esto supone que a la hora de determinar un plan de estudio, un perfil del egresado, la distribución del presupuesto y la transparencia de los concursos de cátedra, los únicos intereses que priman son los de las autoridades y profesores, que en la mayoría de los casos distan bastante de las necesidades de los alumnos. (Como caso testigo véase el apartado Una minera para Somoza… estudiantes perseguidos.)

Pero sucede, además, que la democracia no es sólo un problema de cuántos estudiantes hay en el Consejo. Se trata también de quién entra a la universidad, quién persiste y quién sale, si es que sale.

La educación superior es un privilegio que no todos poseen. A las universidades de todo el país, en su gran mayoría, acceden jóvenes provenientes de la clase media; y sólo a duras penas y a cuenta gotas, entran los hijos de la clase más postergada, la clase trabajadora. Esto no es sólo un dato, es la muestra palpable de que aquí dentro, entre estos mármoles donde se hacina una ciencia que nunca vuelve al pueblo que la financia, también existen desigualdades sociales. No es cierto que la educación nos hace a todos iguales, y que nos da igualdad de oportunidades, puesto que a la educación sólo acceden unos pocos que tienen la oportunidad para hacerlo.

La tarea de realizar una universidad más democrática está necesariamente atada a quiénes ingresan a ella y a quiénes pueden, si han logrado entrar, afrontar económicamente una carrera.

Es por todo esto, que reiteramos, que la democracia en la universidad significa más poder estudiantil y una universidad abierta a todo el pueblo trabajador.

¿Y nosotros qué podemos hacer?

Las tareas son muchas y difíciles, requieren tiempo, esfuerzo, paciencia, perseverancia. La perspectiva seria y consecuente de transformar la universidad no cosa de pocos ni algo que sucede de un día a otro. Pero las luchas que los estudiantes de esta facultad y de esta universidad hemos emprendido con fuerza e intransigencia han llegado a buen puerto.

Sólo dos ejemplos. El primero, en el 2007, cuando un centenar de estudiantes nos reunimos en el Consejo y exigimos el fin de la asistencia obligatoria y la no caducidad de la regularidad. Luego, en el 2008, conseguimos el medio boleto universal invadiendo las calles mendocinas.

La organización desde las bases, el trabajo codo a codo, honesto. La lucha paciente, intransigente, sin resignación. Tales son las claves.

Pero vuelve la pregunta otra vez: ¿hay algo que se esté haciendo? Sí. Los estudiantes de Letras se han reunido en Asamblea Permanente y desde el año pasado trabajan la reforma del plan de su carrera. Los estudiantes de Filosofía también se han juntado y hoy, después de diez meses de trabajo incansable están dictando un taller introductorio que intenta subsanar los baches de su carrera y que se dicta a aula llena.

Estos casos nos muestran el camino a seguir: construir desde abajo, sin desmayos, en pos de objetivos claros que nos permitan ir avanzando, aunque sea lento, de a poco, pero a paso firme, hasta lograr transformar radicalmente la universidad.

Universidad laica, científica, democrática

y al servicio del pueblo trabajador.

domingo, 28 de marzo de 2010

La última dictadura, una historia que continúa


“…sabía cómo se construyen renombres y se tejen olvidos.
Guerrillero, pudo presumir que si era derrotado, el enemigo
sería el dueño momentáneo de su historia.”

Rodolfo Walsh. Prólogo a “Los que luchan y los que lloran”,

de J.R. Masetti.

  • De la dictadura hasta hoy

Cuando se habla acerca de los años setenta y de los hombres que hicieron los setenta, generalmente se escucha decir que en esos años se peleaba por “la democracia” (en oposición a las sucesivas dictaduras que por esos años asolaban no sólo Argentina, sino toda América Latina; y que sus hacedores, los hombres y mujeres que protagonizaron esa época, que fueron víctimas del terrorismo de Estado. Víctimas, eso son nuestros desaparecidos.

Esta visión, en nuestro país, es la que mejor consenso ha ganado en los últimos años, sobre todo a partir del kircherismo, relegando, al mismo tiempo, hacia un costado a la “teoría de los dos demonios” que impulsó el radicalismo en los ochenta. El contenido de ésta es tan manipulador como primera, pero un poco más perverso. Explica que durante la década de los ’70 dos grupos violentos, dos demonios terribles (militares y organizaciones revolucionarias) luchaban entre sí, y el pueblo, supuestamente neutral, los miraba desde fuera. Y claro, los desaparecidos fueron víctimas del terrorismo de Estado, y no se dice por qué, ni se pretende saber.

La lucha que se llevó a cabo en los setenta no fue entre dos fracciones al margen de la sociedad, por el contrario, tanto golpes militares como organizaciones revolucionarias tuvieron apoyo de diversos sectores sociales. De lado de los militares, sectores de la clase media y burguesía ligada a la industria y al capital financiero, la Iglesia Católica y grupos indescriptiblemente reaccionarios como el Opus Dei. Del lado de los revolucionarios, el pueblo trabajador, pero también sectores de la clase media, intelectuales, estudiantes, etc.

Si observamos los sectores sociales enrolados detrás del proyecto de los militares y los revolucionarios, se cae rápidamente en la cuenta que la lucha no era, definitivamente por la democracia, así sin más, tal como se la entiende y realiza a partir de 1983. Por el contario, la batalla era por dos proyectos de país, por dos cambios de fondo en la estructura política, económica y social de argentina. Y estos proyectos estaban y están definidos por el los propios intereses de los sectores que sustentaban dichos proyectos.

De un lado, un sistema al servicio de los intereses de una minoría rica y poderosa. Del otro, una sociedad echa a la medida del pueblo que trabaja y que produce la riqueza y que siempre se ha llevado la menor tajada de esa riqueza que él mismo produce.

Ahora bien, la última dictadura militar (1976-1983) significó la clausura de un proceso en donde el pueblo se había animado a organizarse y pelear, a avanzar por sus propios intereses. La irrupción del último golpe –que no fue nada sorpresiva– y su afilada represión eliminaron, con tortura, ocultamiento, y mentiras incluidos, a 30.000 militantes de la revolución, luchadores populares, abogados que defendían los inexistentes derechos que los presos políticos, estudiantes decididos que apenan eran adolescentes, sacerdotes que fueron consecuentes con las enseñanzas de Jesús y se pusieron del lado del pueblo, etc., y muchos otros. Por lo tanto, la derrota –que no fue el final, sino un momento en la guerra– fue física, moral e ideológica.

Lo que viene después de la dictadura no es el sol que despunta cuando pasa una larga y oscura tormenta. El primer gobierno nacional del periodo democrático fue radical; sí, del mismo partido que colaboró en el gobierno dictatorial con más de trescientos de su militantes, luego un gobierno peronista neoliberal, que colaboró con Videla y sus secuaces en casi doscientos funcionarios.

En el caso particular de la educación, las leyes menemistas fueron hijas de la dictadura. Descentralización, recorte presupuestario, injerencia de privados, sueldos miserables (no sólo para educación, claro), exclusión sistemática de sectores pobres del sistema educativo, etc.

Entiéndase lo siguiente: no estamos afirmando de “democracia” y dictadura militar son exactamente lo mismo. Las diferencias en cuanto a ciertas libertades que permite una y la otra restringe son evidentes. No obstante, el proyecto económico posterior a la dictadura es hijo de la dictadura, y es su continuador fiel. El ejemplo más exasperante de que muchas cosas no cambiaron es nuestra facultad…

  • La dictadura en Mendoza y en nuestra universidad

Mendoza no estuvo ajena a las transformaciones sociales que se producían durante los años 70 en nuestro país. Las luchas gremiales y estudiantiles que venían agudizando entre el 70 y el 71 en nuestra provincia, tienen su punto más álgido con el “Mendozazo” el 4 de abril de 1972.

El año clave para ver el despliegue de estos procesos con más claridad es 1973. Con la asunción del peronismo al poder el 25 de mayo en el país (Cámpora – Solano Lima) y en nuestra provincia (Martínez Baca.) En ese año, desde el Ministerio de Cultura y Educación, en conjunto con el gremio docente local, se impulsa la elaboración de una reforma educativa armada por miles de docentes de nuestra provincia, en pos de una verdadera escuela popular. En 1974 se pone en marcha un plan de alfabetización con la participación fundamental de las organizaciones barriales, siguiendo la propuesta de Paulo Freire, el pedagogo brasilero de la liberación.

En nuestra Facultad se lleva adelante una reforma de planes de estudio que, como sucedió en general con las tareas culturales e ideológicas en las que fue hegemónico el peronismo de izquierda, se centra fundamentalmente en los polos “Dependencia o Liberación”. Ese plan de estudios se elabora en conjunto entre profesores, graduados y alumnos. Por primera vez, los estudiantes son mayoría en los espacios donde se discuten y deciden los contenidos y las formas de su educación. De ella participan profesores que luego serían exilados, como Arturo Roig y Enrique Dussel.

A partir de 1974 se hace evidente la contraofensiva de las clases dominantes y sus agentes políticos, entre los que se encontraban la derecha peronista y el sindicalismo burocrático. En Mendoza, en pleno gobierno “democrático”, comienzan las actividades del CAM (Comando Anticomunista Mendoza) y los juicios políticos con los que desalojan a todo el peronismo de izquierda, incluido Martínez Baca, de los resortes del poder estatal. Se interviene las universidades y se anulan las reformas de planes de estudio en todos los niveles. Las bombas y asesinatos cierran salas de teatro, hacen peligrosas las actividades barriales y de todo tipo, fuerzan el exilio de profesores, estudiantes, artistas, etc. La censura se hace expresa y oficial desde el gobierno peronista.

En abril de 1976 asume el mando de la provincia el brigadier mayor Jorge Sixto Fernández. Hubo, como a nivel nacional, depuración de empleados en la administración pública (decretos 96 y 177), suspensión de la actividad de los partidos políticos y prohibición del debate ideológico. A la prohibición de Freud, Marx y Einstein se agregan las de Benito Marianetti, Armando Tejada Gómez y Juan Draghi Lucero, entre otros. El coronel Echazú organiza el panorama educativo cesanteando a por lo menos 1.000 docentes de nivel primario y medio.

Nuestra Facultad facilitó los más altos cuadros ideológicos para la administración cultural y educativa de nuestra provincia durante la última dictadura militar: Carlos Orlando Nallim (Letras), Ministro de Cultura y Educación; Pablo Sacchero (Historia), Secretario de Cultura, Isabel Magdalena Blas (Ciencias de la Educación), Secretaria de Educación y Susana María Aruani (Historia), Inspectora técnica de la Dirección de Educación Media. Todos desde septiembre de 1976 a febrero de 1980.

Pero esto no es solamente una recuperación histórica. Este modelo de universidad dictatorial continúa vigente en nuestros planes de estudios, en los discípulos de los cuadros ideológicos antes mencionados, en el modelo de educación ilustrada, aislada de la realidad social, en clara oposición a la cultura popular y anclada en la tradición “occidental, cristiana y nacional”. Esta continuidad no solo es resultado de la herencia de las políticas dictatoriales, sino que incluso luego del regreso de la democracia, han sido confirmadas concientemente. Una muestra de esto es la aplicación ejemplar de las políticas educativas de la nefasta época menemista.

  • Las caras locales de la dictadura

Presentamos a continuación algunos de los docentes que apoyaron abiertamente la dictadura y cuya impronta sigue presente a través de ellos mismo y/o de sus discípulos, y en la formación que ofrece la facultad.

Carlos Orlando Nallim: Ministro de Cultura y Educación de 1976 a 1980, y decano de nuestra Facultad de julio de 1969 a mayo de 1973. Hispanista. Es el gran formador de la mayoría de los profesores de la carrera de Letras. Destituido en pleno proceso democrático llegó a ser enjuiciado y repudiado en asamblea estudiantil. Desde sus cargos ejecutó todos los planes educativos y culturales del genocidio, caracterizados por la censura absoluta, el silencio y la aniquilación del libre pensamiento. Dentro de las medidas tomadas encontramos el cierre de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria y de la Facultad de Antropología Escolar, donde se dictaban también periodismo y psicología. Estas últimas, hoy, son carreras privadas.

Adolfo Omar Cueto: Decano de la FFyL de 2002 a 2008. Actual titular de la cátedra de Historia de Mendoza. En 1995 publicó junto a Pablo Sacchero e Isabel Blas “Historia de Mendoza” donde encontramos afirmaciones tales como: "En la Universidad Nacional de Cuyo también se produjo un profundo reordenamiento del personal docente, no docente y alumnos. (…) El 2 de septiembre de 1976 el Poder Ejecutivo nacional designó al Prof. Dr. Pedro Santos Martínez, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras y miembro de la Academia Nacional de la Historia, como nuevo rector de la Universidad. Su gestión tendió a restablecer el normal funcionamiento de las casas de estudios como así también recuperar el nivel académico que se había perdido a raíz de la excesiva politización”

Miguel Verstraete: Decano de nuestra facultad desde 1986 hasta el 2002. Hasta 2007 titular de la cátedra de “Introducción a la Filosofía”. Profundizó el carácter cristiano que la dictadura propiciaba mediante la imposición de símbolos religiosos en cada una de las aulas de nuestra facultad y como culminación del hecho levantó en el aula magna una gran cruz en la que se halla inscripta la siguiente leyenda “Conmemoración de los 500 años de la evangelización de América"; clara apología al genocidio indígena. Entre sus discípulos figuran: Padrón (Ex ¬profesor de Medieval y director del Instituto de Estudios Medievales), Lucero (Medieval), Rubén Peretó Rivas (Medieval), Rego (Medieval), Gelonch (Epistemología, pero en versión "tomista"), entre otros.

Enrique Díaz Araujo: Ex titular de la cátedra de Historia Argentina Contemporánea, ha dejado un fiel discípulo en el actual profesor Omar Alonso. sus posturas alimentaron a los sectores que impulsaron el golpe de Estado del 76, puesto que fue un cuadro ideológico en Mendoza del llamado Proceso de Reorganización Nacional y que hoy sus postulados y sus prácticas tienen continuidad en nuestra carrera y en la facultad. Algunas de sus ideas son:

"La decadencia de la libertad es hoy tan enorme que esa voz sólo suena en los altoparlantes mundiales con dos sentidos que le son contradictorios. Uno de ellos es el de "liberación", que usan las termites de la "Revolución Cultural" para arremeter contra los resabios de la dignidad humana. El otro es "derechos humanos", que emplean sus socios liquidadores cuando desean proteger a las susodichas termites de la justa sanción de los hombres amenazados."(La Rebelión de la Nada, 1984, pp. 9-10).

“Pasemos a la represión. ¡La represión! Con sólo escuchar la palabra, los contestatarios y sus amigos se encrespan, escarban el suelo y bufan, como el toro ante el trapo rojo (aunque ese quizás no sea el color adecuado para el símil). Podríamos emplear sinónimos o eufemismos -sanción, coacción, coerción, freno, contención, etc.- para dejarlos más tranquilos y contentos.” (La Rebelión de los adolescentes, 1976, p. 236).

Aníbal Mario Romano: Titular en la cátedra Seminario de Historia de las Instituciones Argentinas (carrera de Filosofía) y de la cátedra de Historia Argentina Contemporánea (carrera de Historia). En su libro La Universidad Nacional de Cuyo y la Revolución Argentina (1966-1973) leemos:

“Durante varios años, los militares habían considerado la situación politizada de la Universidad con una profunda preocupación y aprehensión. Los actos de grupos estudiantiles izquierdistas a lo largo de esos años, grupos que en ocasiones habían tomado edificios, interrumpido clases y conferencias, o bien habían manifestado su simpatía por Fidel Castro y Ernesto Guevara, la oposición a las políticas de EE.UU. en América Latina o Vietnam, habían producido en los militares la percepción cierta y clara de que la universidad era prácticamente un reducto de comunistas, cuya erradicación lisa y llana debía hacerse por medios drásticos." (p. 57)